5.2.09

Título: Una mujer siempre depilada

“…Convengamos que una mujer que no se depila es un amigo cariñoso en la cama (Stop). Es verdad que tal vez esto, en algún loquillo, despierte variadas fantasías con relación a dejar fluir su parte más femenina; pero a la hora de tener sexo es “una” la que no los soporta y está pendiente de ellos como si fuesen un integrante más de la relación, casi como un trío: El, los pelos y yo. Y puedo asegurarles que aunque seamos tres, no se parece en nada a una orgía.
Señoras y señores he venido aquí con una afirmación. De ninguna manera esto es una hipótesis. Esto es así: La mujer debe tener su cuerpo siempre acondicionado para recibir una lametada general, sin correr el riesgo, de provocar el desangramiento de las papilas gustativas de su cónyuge, amante ocasional, esposo, zapato que conoció en el 60; que más da. Sobre todo si usted posee más de 30 años, donde las oportunidades no tocan su puerta tan seguido... A decir verdad, no tocan ni su puerta, ni su cerradura, ni su timbre; ni que hablar de su campanita. Mi amiga Pía (la saluda como si estuviese entre los espectadores) me contó, que leyó en una revista –que no pienso decir su nombre- que en la Argentina hay siete mujeres para cada hombre. Y yo pensé: que si para colmo, el día que te toca no estás depilada, ¡estás frita!
Señoritas: el cuerpo debe ser como un jardín militar: siempre prolijito aunque nadie lo disfrute.
Pero ¿cómo estar siempre dispuesta -peladísticamente hablando- sin sufrir e invirtiendo el menor tiempo posible?
(Imitando a la madre) “El sufrimiento es una característica inherente a la mujer”, me dijo mi madre, como siempre lo hacía cada vez que iba a visitarla. Pero esa tarde, sentí que podía revelarme frente a ese mandato. “¡Ese pensamiento es un pensamiento cómodo y retrógrado!” –Le grité, mientras le pegaba el tirón a una de mis piernas repleta de cera y al rojo vivo– Me sentí la persona más contradictoria del mundo. En eso se lo escucha a Federico que desde el otro cuarto me grita: (Imitando a Federico) –“¡No seas maricona. Ni que te estuvieran matando!”–. Porque ¡por supuesto! No sólo tenemos que sufrir, sino que además debemos hacerlo en absoluto silencio. Porque: “Una verdadera mujer no debe mostrase frágil frente al dolor”.
Ahora bien. Si ellos –por casualidad– llegan a quemarse una manito más no sea con el café, les aseguro que no te ayudan a lavar un plato en una semana. ¡Pero no, claro!. Nosotras podemos meternos 55 grados de temperatura en nuestra piel, y ni siquiera contar con el derecho de gritarles a nuestras madres que: (como gritándole a “las madres”) ¡se dejen de joder con eso de la culpa cristiana!
Por eso, a partir de que descubrí y acepté que mi vida –como la del resto de las mujeres– estaba ligada y absolutamente limitada por el estado de mis pelos, es que decidí investigar los distintos métodos de depilación utilizados por mis amigas más cercanas…” (Del libro de monólogos: Yo, el motivo que mejor conozco de Natalia Aparicio. Buenos Aires, 2006)

3 comentarios:

  1. Hola Natalia, te escribe Ambar Castillo, desde la República Dominicana. Soy actriz y productora. Me gustaria tener el monologo "Una mujer siempre depilada" completo para presentarlo. Me podrias escribir a mi correo por favor ambarcastillo06@gmail.com así me cuentas como podemos hacer. Gracias.

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  2. Hola soy de Argentina me gustaría representar tu texto.

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  3. Hola Natalia, soy Yicel estoy interesada en tu libreto con miras a montarlo, podrías enviarmelo por favor

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